Brasil ya está en la gran final. La canarinha firmó su quinta
victoria en otros tantos partidos y superó a Corea del Sur para
colocarse a un paso de su gran sueño: ganar un oro olímpico que se le
resiste.
El 3-0 final es un resultado demasiado abultado para explicar lo que
ocurrió sobre el césped de Old Trafford. Corea mostró buena parte de
las virtudes que le han llevado a las semifinales, pero este equipo
brasileño es una máquina bien engrasada. No deslumbra ni enamora, pero
funciona muy bien. Se trata de jugadores con mucha calidad que tienen
una medalla de oro en sus cabezas. Trabajan, presionan y resuelven. Así
han ido haciendo con todos sus rivales.
En la primera parte hubo opciones para ambos, pero fue Rómulo quien
abrió el marcador en una acción en la que el meta coreano no tapó bien
su palo. Fue una acción a la contra, nada de extrañar en una primera
parte en la que los asiáticos llevaron un buen tiempo la iniciativa.
Un penalti no señalado de Sandro sobre Kim Bokyoung confirmó en el
inicio de la segunda parte que Corea no tenía opciones. Brasil iba a
bloque y fue Leandro Damiao quien certificó la victoria brasileña con
dos goles más. Ya lleva seis, lo que le concede la Bota de Oro del
torneo de forma virtual. ¿Y Neymar? Con el marcador a favor ofreció
algunas de sus virguerías al público, aunque sin deslumbrar. No es el
jugador determinante que se esperaba, pero sí es verdad que se le ve
implicado. Está metido en los partidos y suma. Como sus compañeros.
Será la tercera final de los brasileños, que perdieron las de 1984
en Los Ángeles y 1988 en Seúl. El sábado, a las 16.00, hora española, y
con México como rival, hay una cita con la historia.
Tomado de Marca