No hace muchos años, fichar por el Milan para cualquier estrella
mundial suponía que el fin de su carrera deportiva estaba llegando. La
entidad rossonera se había convertido en un cementerio de
elefantes para grandes jugadores del panorama europeo, que veían una
oportunidad de oro de seguir jugando al primer nivel en un equipo
histórico.
Fueron muchos los futbolistas que llegaron al Milan cerca de la treintena o habiéndola ya superado. Muchos de ellos han sido ganadores incluso de Balones de Oro, como Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo. Otros vivieron épocas doradas en el fútbol mundial y acabaron en el Milan en el ocaso de sus carreras, casos de Cafú, Beckham, Redondo o Vieri. Y luego está el grupo de los que el Milan crió y nunca olvidó. En ese último grupo, además de Shevchenko, entra también Kaká.
La historia de amor entre Kaká y el Milan fue casi idílica. Se
conocieron hace ya diez años, cuando el mediapunta brasileño comenzaba a
destacar en el São Paulo, dejando rastros de elegancia allí por donde
jugaba. Con el número ’22′ a la espalda, Kaká ayudó al Milan a ganar el Scudetto en su primer año y postulándose para ser el sustituto natural de Rui Costa cuando el portugués decidiera marcharse.
Poco a poco fue cogiendo peso en el equipo, hasta convertirse en el líder del Milan campeón de Europa en 2007.
Un Balón de Oro y un FIFA World Player le recompensaron por su labor.
Ese mismo verano se convirtió sin quererlo en una de las tres promesas
electorales de Ramón Calderón cuando éste se postulaba a la presidencia
del Real Madrid, pero al final fue Florentino Pérez el que lo llevó a la capital de España, donde nunca consiguió acercarse al nivel ofrecido en San Siro.
Ahora, cuatro años después de su marcha, Kaká ha regresado al Milan
para volver a ser feliz y sobre todo para intentar hacer feliz a su
afición, que nunca dejó de quererle. La comodidad en un club y una ciudad que considera su casa hará que Kaká se sienta más libre,
con menos presión para ejercer su juego. Pero permítanme analizar si el
talentoso jugador brasileño tiene o no todavía hueco en el esquema del
nuevo Milan.
El fichaje de Kaká supone una vuelta al pasado
Tanto Berlusconi como Galliani tomaron una decisión el año pasado muy
brusca de rejuvenecer su plantilla, eliminar el prejuicio de asilo europeo en el que se estaba convirtiendo y apostar por jóvenes jugadores, a poder ser italianos.
Se marcharon casi todos los jugadores que superaban la treintena y se
dio cancha a jóvenes como El Shaarawy, De Sciglio y Niang; se apostó por
Montolivo como nuevo líder del vestuario y en Balotelli como héroe de
la grada. La idea era válida, aplaudible, pero arriesgada. Funcionó a
medias, el proyecto de Allegri arrancó tarde y sólo le dio para
clasificarse para la previa de la Champions League. El fichaje de Kaká supone una vuelta al pasado, a la confianza en la veteranía y un pequeño aunque significativo golpe a la juventud aspirante a dirigir el Milan.
Allegri acabó tercero con un marcado 4-3-3, con un pivote y dos
interiores, dos extremos y un ‘9’. Montolivo era el jefe, escoltado
generalmente por Ambrosini y Muntari, mientras que arriba El Shaarawy y
Boateng ocupaban las bandas y Balotelli y Pazzini se repartían el puesto
de ariete. La idea del técnico toscano era la de mantener el esquema
esta temporada, pero la inminente llegada de Kaká le hizo cambiar de
idea contra el Cagliari en la segunda jornada. Renunció a los extremos y posicionó a Montolivo como trequartista (posición más natural del capitán rossonero), figura clásica en el fútbol italiano, y la ideal para Kaká, dejando arriba a dos puntas.
Con el cambio de sistema, Allegri le abre hueco al que viene para ser
su estrella, pero al menos en ese encuentro contra los sardos, el
sacrificado fue Stephan el Shaarawy, el que fue junto a Balotelli el
mejor milanista el curso pasado, y que ha empezado con mucha fuerza el
presente. Además, poco antes de llegar Kaká, el Milan traspasó a un titular indiscutible como Kevin-Prince Boateng al Schalke 04.
La lógica, y el rendimiento individual, hace pensar que el
acompañante de Balotelli será el italo-egipcio, y que Montolivo volverá a
jugar como mediocentro. Pero si el fichaje de Kaká supone el estancamiento de El Shaarawy, la estrella italiana con más proyección, los tifosi rossoneri
deberán pasar en no demasiado tiempo de la euforia inicial por la
contratación a la consternación por la pérdida de un potencial crack
mundial.
Tomado de MF