Pep Guardiola era un maestro motivando a sus jugadores. Por las
buenas o por las malas. Mantenía la tensión del grupo día a día
utilizando los recursos que fueran necesarios. Su último apretón de
tuercas se produjo en Sevilla, después del partido ante el Betis la
temporada anterior.
El técnico fue cruel con sus jugadores. Tuvo palabras muy duras con
ellos. Y ahí comenzó a preparar la final de Copa frente al Athletic que
posteriormente ganarían, aunque eso le costara la reprobación de los
cracks del vestuario. Messi incluido.
A lo largo de sus cuatro años, Pep mantuvo siempre la tensión en el
vestuario con charlas de este tipo o con broncas individuales. No
permitía la relajación de lo suyos y el que no estaba bien o se
despistaba iba al banquillo. Este Barcelona ha ido perdiendo la tensión
con el paso del tiempo. Han mantenido el tipo en la primera parte de la
temporada en la que han conjuntado la inercia con la que venían y la
indudable calidad colectiva. Sin embargo, en los partidos importantes
siempre han aparecido muchas carencias.
Vilanova no ha echado una bronca a sus jugadores
El Barcelona ha solventado sus primeros partidos con una superioridad
aplastante. Casi goleada tras goleada. La respuesta del cuerpo técnico
ha sido felicitar a los suyos por el trabajo. Una de las
características de Pep y de otros entrenadores de primer nivel, es no
conformarse con el resultado. En muchas ocasiones, y con una goleada a
su favor, entraba en el vestuario e iba recriminando los errores
cometidos, incidiendo en que si el rival hubiera sido otro las cosas
habrían sido muy diferentes. Eso ya no pasa, ahora se les aplaude
aunque haya errores.
Los partidos no se preparan de la misma manera
El entrenamiento previo a cada partido con Guardiola, era un simulacro
previo del mismo. Cogía a los dos equipos y uno hacía del rival y se
preparaban minuciosamente todos los aspectos del choque: cómo era su
salida de balón, cómo se posicionaban en ataque, sus jugadas a balón
parado... Se ensayaba todo.
Ahora ya no, el entrenamiento previo viene a ser la continuación de
uno cualquiera de la semana con rondos y ejercicios de posición. Los
entrenamientos no tienen la misma intensidad. Guardiola no paraba de
corregir a los suyos. Era una forma de mantener la tensión entre sus
jugadores y que luego tenía un reflejo en los partidos porque se juega
como se entrena.
Roura no tiene jerarquía sobre los futbolistas
La enfermedad de Tito y su marcha a Nueva York han supuesto un buen
marrón para Jordi Roura. No hay que olvidar que hace apenas unos meses
era el encargado de hacer los vídeos de los rivales y en un abrir y
cerrar de ojos se ha visto con la obligación de hacer las funciones de
primer entrenador. Pero Roura no tiene ascendencia sobre los jugadores.
Si Tito no echaba broncas a la plantilla, mucho menos lo va a hacer
Roura.
Esta falta de gobierno y de que alguien esté encima de los
jugadores, también tiene un reflejo en los partidos porque hay
futbolistas que necesitan que el entrenador esté encima de él. Hay
deportistas como Puyol que saben perfectamente lo que tienen que hacer
y no hace falta decirles absolutamente nada. En cambio, otros se
despistan con demasiada frecuencia.
Falta de soluciones tácticas en varios partidos
El Barcelona se ha atascado más de lo previsto. No ha encontrado
soluciones tácticas en los partidos frente al Milan o Real Madrid.
Roura asegura que está en contacto permanente con Tito y que es éste el
que toma las decisiones. Una de dos, o a Tito no se le ocurrió nada o
Roura fue incapaz de encontrar una solución.
El ejemplo más claro fue el partido de San Siro. El equipo se
estrelló una y otra vez ante la pared del Milan. El Barça no cambió
nada a lo largo del partido y siguió jugando de la misma manera. Por no
cambiar, ni dio entrada a futbolistas de refresco salvo a Alexis por
Cesc.
Un once que invita a la relajación de la plantilla
Roura ha tirado del once de gala con demasiada frecuencia. Ha utilizado
a las vacas sagradas independientemente de que estuvieran en un momento
bueno o malo. Es una invitación al relax. Los titulares saben que van a
jugar hagan lo que hagan, mientras que los suplentes ya comprenden que
con ellos no van a contar. Y lo peor de todo, es que el once de gala no
ha resultado efectivo con un mal balance de victorias y derrotas.
Aunque esto cambiará en los proximos partidos.
Ha faltado liderazgo en el mismo terreno de juego
La ausencia de liderazgo en el banquillo podría compensarse con un
líder en el terreno de juego. Pero ése líder no ha aparecido. Puyol ha
cumplido con su tarea en el terreno defensivo, pero en el aspecto
ofensivo nadie ha cogido el mando del equipo. Xavi y Messi no
estuvieron afortunados ni frente al Real Madrid ni con el Milan. El
equipo necesita que un jugador con galones aparezca en este tipo de
partidos. No ha sido así, Iniesta lo ha intentado, pero no ha sido
suficiente.
Un equipo atascado en los grandes compromisos
Este Barcelona es muy fuerte con los débiles, pero débil con los
fuertes. Y ésta es una consecuencia de la falta de tensión que hay en
el equipo. La plantilla culé tiene tanta calidad que solventa con
facilidad los partidos ante rivales inferiores. Sin embargo, cuando el
contrario es de categoría, el equipo se ha venido abajo. De los seis
partidos grandes que han jugado este año ante Milan y Madrid, sólo han
ganado uno y han perdido tres.
Tomado de Marca