Minutos antes de la medianoche del 27 de abril de 1993, el motor
izquierdo de un Buffalo DHC-5D empieza a arder a 500 metros de la costa
de Gabón. En el desvencijado avión militar, propiedad del Gobierno de
Zambia, viaja la selección absoluta de fútbol con destino a Senegal,
donde han de disputar un partido clasificatorio para el Mundial de
Estados Unidos 94.
El equipo viene de jugar en Islas Mauricio un encuentro de la Copa
de África de naciones. En su ruta hacia Dakar, la aeronave necesita
realizar escalas técnicas en Brazzaville (Congo), Libreville (Gabón) y
Abidjan (Costa de Marfil) para atravesar en diagonal todo el continente
africano.
Aquel avión parecía gafado: dos años antes, sobrevolando territorio
congolés, el aparato con todo el equipo a bordo fue interceptado por la
Fuerza Aérea de dicho país y los jugadores, arrestados hasta que la
intervención diplomática logró liberarles.
Ahora, con un motor en llamas, el piloto intenta sujetar el avión
usando el motor de hélice derecho. No lo logra. El Buffalo se estrella
y fallecen en el acto 18 futbolistas, 2 entrenadores, 5 componentes de
la Federación y los 5 miembros de la tripulación. Es decir, todos los
que iban a bordo. El único superviviente, si se puede entender así, es
Kalusha Bwalya, la estrella del equipo. Al estar jugando en el PSV
Eindhoven, se desplazaba por su cuenta desde Holanda a Senegal.
Consternación mundial
Este accidente, una de
las mayores catástrofes aéreas en la historia del deporte, provocó una
profunda consternación en el fútbol mundial y un enorme shock en los
8,5 millones de habitantes que en ese momento tenía censados el país
centroafricano.
Todas las víctimas eran aclamadas figuras de los Chipolopolos
(apodo, cuyo significado es ‘balas de cobre’, con el que se conocía al
equipo nacional). Entre ellos, Godfrey Ucar Chitalu, legendario
futbolista zambiano, ídolo absoluto del país, que en ese momento era
seleccionador nacional.
Este pasado lunes, el nombre de Chitalu fue rescatado del olvido de
forma intempestiva y sorprendente para casi todos. Messi acababa de
superar el mítico récord de Müller, con 85 goles en un año natural... y
de repente surgía la reivindicación de la figura de Chitalu, que en
1972 había logrado ¡107 dianas!
Aunque esta marca “no es oficial”, según la propia Federación de
Zambia, ni reconocidad por la FIFA, y por tanto el récord de Messi no
está en peligro y es merecida propiedad del azulgrana, el revuelo
provocado —sobre todo en las redes sociales— obligaba a rescatar del
anonimato europeo a esta legendaria figura del fútbol africano.
Futbolista del año cinco veces
Desconocido para
el fútbol occidental, Ucar Chitalu, cinco veces futbolista del año (68,
70, 72, 78 y 79), es considerado el mejor jugador en la historia de
Zambia junto a Computer Chitalu y Kalusha Bwalya . Así lo certifica el
historiador Jerry Muchimba, que investigó profusamente su figura y,
sobre todo, aquel mítico registro de los 107 goles.
Chitalu nació en Luanshya, al norte de la capital, Lusaka, el 22 de
octubre del 47. Tras jugar en equipos menores, fichó por el Kitwe
United en 1965. Con ellos estableció un singular récord de 81 goles en
Liga en la campaña 67-68. Pero el registro que nos ocupa llegó cuatro
años después, en 1972, recién fichado por el Kabwe Warriors.
Para arrojar luz sobre ese impresionante logro de 107 tantos a lo
largo del año natural, en todas las competiciones, Muchimba buceó en
las polvorientas hemerotecas de los periódicos zambianos, desarrollando
un prolijo y detallado informe sobre sus goles.
Este exhaustivo estudio no concede validez alguna al registro, no
homologado ni por la Federación del país ni por la FIFA, pero de alguna
manera rescata la asombrosa gesta.
Goles de todos los colores
Por un problema con
el precio del traspaso, Chitalu no pudo debutar hasta seis meses
después de haber sido fichado. Se estrenó con los Warriors el 23 de
enero del 72, firmando los dos goles del 2-2 ante el Majantja, en la
Copa de campeones de clubes de África. Y a partir de ahí ya no paró de
golear en ninguna competición. A modo de muestra resumida: debutó
también en Liga con dos dianas en el 5-2 ante el Zambia Police. Anotó
el gol de la victoria (1-0) frente a su ex equipo en la final de la
Charity Shield. Un hat-trick ante el Maseru United (7-1), en un
amistoso internacional. Cuatro goles en la paliza al Rangers Norco
(14-2) en la primera ronda de Copa. E incluso siete goles en el 9-0 que
endosaron al Sothos en el Dag Hammarskjoeld Stadium de Ndola. Otros dos
con su selección ante Lesotho (6-1) en partido de clasificación para el
Mundial. Dos en el amistoso entre All Stars y Resto de jugadores (4-3).
También marcó ante el Unión Española de Chile en otro amistoso. Doblete
en la final de la Copa Desafío ante el Ndola United (3-1). También en
la final de la Copa Chibuku (3-5) ante el Rokhana...
Paralelamente, en la Liga zambiana —evidentemente, nada que ver con
la española, por aquello de la inadecuada comparación con Messi—iba
devorando goles a manos llenas. De esta forma, a finales de octubre,
Chitalu sumaba 92 tantos, 57 más que el segundo máximo anotador,
Bernard Chanda, del Wanderers.
No había forma de pararle, resume el historiador Muchimba. Llegó a
marcar en 17 partidos consecutivos, incluidos dos de la Champions de
África, de la que fueron eliminados por el Ghana Hearts. En algún
partido marcó siete goles (contra el Mufurila), varias veces cinco
(ante el Buseko o frente al Roan FC); en otras ocasiones, cuatro
(Shinde)...
“Ayuda desinteresada”
Un hat-trick en la final
de la Castle Cup, (6-1 de nuevo ante sus ex del Kitwe United) le llevó
hasta los 99 goles. Era noviembre y se ponía a un solo tanto de los
míticos 100. Ese centenar llegó a lo grande, con un triple en Liga ante
el Kalulushi Star (4-2).
A partir de ahí, sólo quedaba saber a qué altura dejaría el listón.
Ya en diciembre, en el Trofeo de la Liga ante el Copperbelt XI, puso la
guinda con otras tres dianas, cerrando la cuenta en 107 goles.
“Lo he logrado gracias a la ayuda desinteresada de mis compañeros”,
cuenta el profesor Muchimba que dijo con humildad Chitalu tras
establecer la plusmarca. Como premio recibió un balón amarillo, con su
nombre, el año y el dígito de goles serigrafiado, con el que le
obsequió la firma Rothmans, que le patrocinaba.
Tras su imponente investigación, publicada en
Zambianfootball.com.co.zm, Jerry Muchimba explica que la normativa
vigente excluía como oficiales algunos de los partidos disputados, y
eso es lo que impidió homologar de forma oficial su asombroso récord.
Tras su retiro como futbolista, con honores de leyenda, Chitalu se
retiró un tiempo, hasta que en los 80 fichó como técnico del Kabwe
Warriors.
Su etapa en el banquillo
En 1984, fue
suspendido de por vida por una presunta agresión al árbitro Chayu
Kabalamula, aunque posteriormente se le levantó la sanción. Llevó a su
equipo al título de Liga en 1987 y fue elegido ayudante del
seleccionador nacional, Samuel Ndhlovu. Ambos vivieron el exitoso papel
de Zambia en los JJOO de Seúl.
En 1990, cuando el Warriors bajó de Primera división, Chitalu se
encargó de que ningún jugador se fuera del club. Esto hizo que el
equipo ascendiera de inmediato... y él fuera nombrado entrenador del
año. Todas estas vicisitudes, recopiladas por otro estudioso de su
figura, O. Kamanga, confluyen en su nombramiento como seleccionador,
tras ser fulminado Ndhlovu al perder contra la débil Madagascar.
Chitalu cogió el timón del equipo con rumbo al Mundial de Estados
Unidos. Zambia encarriló cinco victorias y un empate. El siguiente
partido era ante Senegal, en Dakar...
Un funeral sobrecogedor
Los 30 ataudes, en
hilera sobre el césped del Independence Stadium, recibieron un
conmovedor homenaje por una multitud que abarrotaba las gradas. Tres
horas tardaron en llegar los féretros al estadio —en un recorrido de
apenas 15 minutos—, abriéndose paso la comitiva entre decenas de miles
de personas.
Roto de dolor, aturdido, Kalusha Bwalya, recién llegado de Holanda,
lloraba sobre sus amigos muertos: Chabala, Chansa, Chitalu... Dos años
después, el informe final del Gobierno explicaría que fue “fatiga del
piloto”. No hay consuelo para él, a pesar de haberse salvado de una
muerte segura a bordo del Buffalo (tras esa segunda escala en Gabón)
por jugar en el PSV, que le fichó tras su soberbio partido y su
hat-trick ante Italia (4-0) en los Juegos de Seúl.
“Cuando eres joven piensas que nada de esto está pasando”. Bwalya
tenía ese día, en el que dejó drásticamente atrás su juventud, 29 años.
La justicia del fútbol
Dos décadas después, el
2 de febrero de 2012, la selección de Zambia ganó a Costa de Marfil
(por penaltis) y se proclamó campeona de África de naciones por primera
vez en su historia. Kalusha Bwalya, presidente de la Federación de
Fútbol zambiana, volvió a llorar, emocionado, con la Copa en los
brazos. “Llevaba esperando este momento desde 1993”, confesó.
A petición suya, toda la selección se trasladó a la playa de Gabón
donde se produjo el accidente. “Quería establecer una conexión entre
las dos selecciones”. La ultraemotiva ceremonia fue el mejor homenaje
póstumo a quienes se dejaron la vida por un equipo de fútbol. Entre
ellos, un tipo que llevaba en su equipaje 107 goles anotados en un año
natural: Godfrey Ucar Chitalu. Un futbolista que dejó un registro
descomunal que, al haberse producido hace 40 años en el África
profunda, con todo lo que eso conlleva, carece de la homologación y de
la oficialidad pertinente.
El récord es de Messi a todos los efectos. Pero Chitalu merece, al menos, que nadie le olvide como futbolista.
Tomado de Marca