Los italianos siempre han tenido clase y ganaron a Alemania con el
traje de gala. La Italia de Prandelli es una maravilla y se metió en la
final de la Eurocopa jugando con la pelota. Se la quitó a la
potentísima selección de Joachim Löw y se la quedó para tratarla con
cariño y pedirle otra cita. Será el domingo, contra España, e Italia,
enamorada, quiere ser feliz. Lo tiene muy claro.
La renacentista apuesta de la nueva Italia mezcla con el gen
competitivo de siempre de los italianos, que también supieron aguantar
cuando los alemanes sacaron los tanques con el gol de Özil, de penalti,
en el 92'. Italia lo controla todo y volverá a jugar contra España.
Nunca les hemos ganado a los transalpinos en competición oficial y
tampoco lo hizo Alemania, que dudó dos veces en la primera parte y
Balotelli no tuvo compasión de nadie. Ya sabíamos que es mejor no
llevarse mal con él.
La que pone guapa a esta Italia es Andrea Pirlo, que manda balones
con lazo y también defiende cuando hay que hacerlo. Esta selección está
a todas y Andrea también se puso el mono de trabajo cuando tuvo que
hacerlo. Él salvó un remate de Hummels bajo palos y de su bota de
artista nació el primero del partido.
Pirlo abrió el campo con muchísima clase y Cassano continuó la obra
de arte. 'Talentino' rompió la cintura de Hummels, al que nadie se la
había ido en toda la Eurocopa, y centró al corazón del área, por donde
apareció SuperMario para romper el balón con la cabeza con la
permisividad de Badstuber. Fue en el minuto 20.
Cuarto de hora después, el peculiar delantero del City volvió a
dejar sin aire la pelota; pero, esta vez, con la pierna derecha. Esta
vez, asistió Montolivo, que está aprendiendo al lado de un maestro como
Pirlo, y Lahm se coló. El lateral validó la posición de Mario, que
controló y fusiló a Neuer. Después, mostró sus musculatura con la misma
fuerza con la que disparó. Insistimos. Conviene no meterse con él.
Una defensa magnífica
Alemania no se reconoció.
Sin Schweinsteiger, porque realmente no estaba en el campo aunque
apareciese en la alineación, los germanos no supieron cómo sorprender a
Italia, que tuvo todo bajo control, con balón y sin esa herramienta que
te hace diferente. Los cuatro de atrás parecieron ser muchos más y
Buffon fue, simplemente, Buffon, un guardameta legendario.
En Varsovia los alemanes acabaron rendidos, y eso no es normal.
También Löw, que salió con Kroos para buscar superioridad en el medio,
y quitó a Mario y a Podolski en el descanso para meter a Klose y Reus.
Su cara durante toda la segunda mitad fue la de sus futbolistas, que
reconocieron la derrota antes de tiempo. La que jugará la final será
Italia, esta maravillosa Italia.
Tomado de Marca