Con frecuencia se dice que los futbolistas necesitan un periodo de
aclimatación cuando cambian de club y, sobre todo, cuando inician un
nuevo proyecto en otro país. Casos los hay a patadas, pero también se
dan a la inversa, aunque son los menos. Zlatan Ibrahimovic ilustra
perfectamente este segundo apartado. Sus continuos cambios de clubs y
de Ligas apenas ha afectado su instinto goleador. Desde que dejó el
Ajax ha pasado por cinco clubs, Juve, Inter, Barcelona, Milan y PSG, y
en todos ellos ha conseguido un buen puñado de goles. Y con la única
excepción del Milan, ha marcado siempre en sus debuts.
En
Francia, como no podía ser de otra manera, 'Ibracadabra' vive un idilio
con el gol. El sueco jamás había conseguido nueve goles en sus primeros
siete partidos ligueros -lo máximo fueron los siete que logró con el
Barça y en su segunda temporada en el Inter-, lo que le han catapultado
al liderato del pichichi, con dos tantos más que Ben Yedder, del
Toulouse.
El domingo, en su primer partido exigente en la Ligue
1, en el Vélodrome, le marcó dos goles al Olympique de Marsella,
insuficientes para desbancar a los provenzales del liderato. Dos
zarpazos a cuál mejor. El primero, un remate a lo 'kung-fu' y el
segundo un libre directo desde unos 30 metros que se coló
irremisiblemente en la portería marsellesa sin que Mandanda pudiera
hacer nada para evitarlo. Con semejante carta de presentación no es de
extrañar que no le importe lo más mínimo qué centrales tendrá enfrente.
Y es que en puertas de jugar contra el OM un periodista le preguntó si
le daba respeto enfrentarse al camerunés Nkoulou, a lo que él
respondió: “No tengo ni idea de quién es”.
Tomado de Sport