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No
habían pasado ni 30 segundos de que Fernández Borbalán diera el pitazo inicial
del Clásico del fútbol español, Barcelona-Real Madrid, cuando el francés
Benzema aprovechó un despiste infantil de la zaga y el portero blaugrana para
anotar el gol más rápido en la historia de estos enfrentamientos.
De
manera fortuita fue entonces que los aficionados al club más ganador en Liga
comenzaron a soñar con devolverle a sus archirivales la sofocante manito del 19
de noviembre de 2010 en el Camp Nou. Algo que parecía posible, no sólo por la
tempranera anotación; sino por la excelente forma en que llegaba el Real Madrid
a este partido.
Con
quince encuentros consecutivos sin conocer la derrota; sin ni siquiera ofrecerle
empates a sus contrarios. La formula planteada por el DT José Mourinho había
arrasado con cada once que se le ponía delante. Una despiadada ofensiva
encabezada por su estrella, Cristiano Ronaldo, daba señales claras de
imbatibilidad, más si se tiene en cuenta que el partido ante el Barcelona se
desarrollaba en el mítico Santiago Bernabéu.
De
manera increíble todo cambió de repente. El Barca tomó el balón y comenzó a
darle el trato que solo ellos saben hacer y mientras Casillas frenaba el primer
intento de Messi en su duelo personal, el chileno Alexis Sánchez desbordaba por
la zona derecha cubierta por el portugués Fabio Coentrao (Sorpresa en la
alineación inicial de Mourinho). Hasta que llegó el minuto 30 y el propio
Alexis a pase magistral de Lio, definió de forma imparable ante un Iker sin
nada que hacer.
El
resto de la historia ya es conocida. CR7 una vez más desaparecido en un
Clásico, opacado por Dani Alves tuvo que cambiarse de frente de ataque hacia
donde estaba Abidal. Dos ocasiones claras para marcar y las desaprovechó como
si pensara que tendría muchas como esas. Sus tres lanzamientos de faltas fueron
sacados de los botines de un niño que comienza a jugar al fútbol. Eso sin
contar su acostumbrado individualismo, que aparentemente se había esfumado en
esta campaña; pero todos vimos lo contrario.
Ozil,
Marcelo, Higuaín, Khedira (Jugadores de cambio) y Ramos nada aportaron a la
causa merengue. Solo el brasileño Kaká y el argentino Di María intentaron
cambiarle la cara a un conjunto que se vio superado por sexta vez en siete
veces ante los azulgranas. Nada puede justificar la derrota, porque el
Barcelona fue superior después del error de Valdés.
Por
el otro lado, un Guardiola que sin medio y sin renunciar a su filosofía, al menos
a este escribano no sorprendió al dejar a David Villa en la banca y en su lugar
colocar al ídolo catalán, Cesc Fábregas. Aunque el chico criado en las
categorías inferiores del equipo culé y dado a conocer en el Arsenal ingles; no
tuvo un partido a su máxima expresión, dejó su huella al concretar un
contra-golpe barcelonista y anotar el que sentenció el partido.
Messi,
Xavi, Iniesta (De gran segunda parte), Alves, Busquets y Puyol, mostraron el
por qué al Barca se le considera el mejor conjunto de los últimos años.
Remontar en casa ajena es mérito para cualquier seleccionado, hacerlo en casa
de tu archirival en medio de un bullicio infernal es algo que trasciende la
grandeza. Un 3-1 que pudo ser mayor; pero como siempre la mano de Casillas lo
impidió.
Mención
nuevamente para el cerebro español, Xavi Hernández, que jugó su partido 600 con
la elástica blaugrana y quisieron los dioses del fútbol que su disparo, aunque
fuese de carambola se convirtiera en su diana 43 con el club de sus amores.
Desde su debut en 1998 este pequeño con el dorsal 8 se ha convertido en un
referente para todas las generaciones de futbolistas que nacen de las entraña
catalanas.
Ahora
a esperar el partido de vuelta, de revancha, de segunda ronda o como quiera
usted llamarle, que será en feudos culé. Habrá que esperar entonces como llegarán
allá ambos elencos. Por el momento el Real Madrid tendrá la oportunidad de
quedarse en la punta de la tabla general con tres puntos de ventaja, cuando
enfrente este fin de semana al recién ascendido Granadas.